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DE GAUGAMELA A MICHAEL JORDAN, PASANDO POR LARRY BIRD

Octava Entrega de la Serie: LA ESENCIA DE LA ESTRATEGIA

(Para leer la entrada anterior, pincha aquí)

La Batalla de Gaugamela aconteció en el año 331 AC, y en ella se enfrentaron los dos ejércitos más poderosos de la época: por una parte, el ejército persa de Darío II y, por la otra, el ejército macedonio de Alejandro Magno. A la sazón, Alejandro transitaba una interminable carrera de triunfos y conquistas, al ritmo de crear el imperio más grande de la época. En Gaugamela, los dos titanes se enfrentarían en una batalla definitiva que marcaría el curso de la historia.

Darío se instaló en Gaugamela, y se preparó para defender su posición. La selección del terreno para la batalla obedeció a que su orografía, una amplia planicie, favorecía ampliamente a su ejército, en particular a sus tropas montadas, pilar de sus estrategias. No solamente se preparó el persa seleccionando el lugar de batalla, sino que lo preparó aún más a sus propósitos y de acuerdo con su estrategia y con la configuración de su ejército, acondicionando e incluso nivelando el terreno. 

Esto planteaba un reto para Alejandro, pues su modelo de maniobras de batalla no le iba a ser el más propicio bajo estas condiciones. Así que, aprovechando su posición de atacante, dedicó tiempo para prepararse y articular un conjunto de estrategias que sorprenderían a Darío pues, a la vez que rompía con sus tácticas tradicionales, terminaría por dividir los batallones de Darío en el campo de batalla, desarticulando su ofensiva. Darío terminaría por huir y, luego de varias batallas más, Alejandro terminaría derrotando a los persas y consolidando su imperio.

La guerra entre estos dos grandes estrategas arroja un sinnúmero de lecciones, entre las cuales podemos identificar con facilidad las que menciono a continuación:

  • Ante todo, conoce a tu enemigo. Conoce sus patrones, sus modelos de pensamiento y de actuación; sus fortalezas y debilidades.
  • Al mismo tiempo, diseña tu estrategia y busca competir en un terreno que favorezca y potencie el uso de tus recursos, destrezas y modelos.
  • Muévete un paso más allá: puesto que no siempre podrás elegir el escenario competitivo, procura moldear el terreno para que éste favorezca tus estrategias.
  • Al mismo tiempo, y tal como hizo Alejandro, conviene que te abras a las opciones de dejar a un lado lo que han sido tus tradicionales formas de competir, y diseña nuevas estrategias que procuren llevarte al éxito ante las nuevas realidades.
  • Prepárate para diversos escenarios de ataque y de respuesta por la otra parte: es muy probable que enemigo haga igual que tú y cambie sus estrategias de forma sorpresiva. Por lo tanto, elabora y prueba diversos escenarios, y prepara a tu equipo para desenvolverse competitivamente en cualquiera de ellos.

Este énfasis en la preparación y la práctica me trae al recuerdo las estrategias de ese gran jugador de baloncesto de los Celtics de Boston, Larry Bird. Bird jugó 13 temporadas con los Celtics, y fue seleccionado al equipo todos estrella (All-Star Team) en 12 de esas 13 temporadas.

Entre muchos de sus atributos y condiciones como jugador, dos características de Larry Bird se destacan de manera preponderante. La primera, evidente para todos quienes tuvimos la oportunidad de verlos jugar (y, en mi caso, de simpatizar por su equipo): su velocidad y plena atención para pensar estratégicamente, para articular estrategias, llevándolas a la acción de forma ágil y efectiva. Esta sería una primera lección para emular en tu empresa y, por qué no, en todos los aspectos de tu vida.

En segundo lugar, y ésta es la que siempre me ha impresionado más, Bird era obsesivo en su cuidado por los detalles y la preparación anticipada (valga la redundancia). Cuando Bird tenía un partido por delante, llegaba a la arena mucho antes que los demás jugadores. Generalmente el estadio estaría cerrado y las luces apagadas a esa hora. Bird solicitaba el acceso, pedía encender las luces (si fuera yo, quizás me harían pagar por el consumo de energía adicional, no creo que a Bird le hayan cobrado ese diferencial), y se disponía a practicar.

¿Qué hacía Bird en ese momento? Simplemente, trabajar estratégicamente… practicaba insistentemente lanzando el balón desde todos los ángulos posibles en la cancha. Cuentan que Bird procuraba “aprenderse” el terreno desde todos esos ángulos. Tomaba puntos de referencias con los anuncios comerciales colocados alrededor de la cancha, para saber en cada momento, durante el juego, dónde se encontraba, dónde estaba el canasto, aun cuando él estuviera de espaldas a éste.

Y ahí está la segunda lección: nunca es suficiente tener estrategias impecables, nunca es suficiente tener las capacidades de pensar ágilmente y articular estrategias con rapidez; no es suficiente ser el primero en tu juego. Siempre, siempre, siempre, debes practicar, superarte, explorar el terreno, hacer al terreno uno contigo, incorporarlo, comprenderlo a ciegas.

Y esto me recuerda a Michael Jordan. Mucha gente piensa que Jordan siempre fue la gran estrella, incluso que nació con unas condiciones y aptitudes únicas. Que estaba, en cierta forma, predestinado y genéticamente dotado para ser un atleta sin igual. La realidad dista de estos supuestos. 

En su segundo año de secundaria, el joven Michael aspiraba a ser parte del equipo de su escuela, en ese momento, su estatura era de 5’ 10” y su físico no estaba en las mejores condiciones, en especial cuando se le comparaba con sus compañeros. Cuentan que tampoco eran destacables sus destrezas en el juego. Así que sus aspiraciones se vieron frustradas, y Michael terminó llorando amargamente esta realidad.

Muchos dicen que fue su padre quien le ayudó a llegar a ese momento de verdad consigo mismo, cuando le hizo comprender que él debía ir más allá, entrenar más fuerte, entrenar más horas, fortalecer su cuerpo, incrementar sus destrezas… en otras palabras: dar el extra, para llegar a ser extraordinario. 

Jordan llegó a practicar horas interminable en el canasto que su padre le colocó en el frente de su casa, al punto de practicar tiros y tiros con los ojos vendados y las luces apagadas.

El resto, es historia.

Lo que nos recuerda esta anécdota, entre otras cosas, es que lo extraordinario no se consigue únicamente con la intención. La intención es el primer paso; la visión clara de la meta conseguida es el segundo. Pero el tesón, la disciplina, el caer para levantarse, eso es lo que hace a los grandes campeones. Asimismo, ese trabajo incansable para conseguir el objetivo trazado, la disciplina para ir cada día un paso más allá y para instaurar una constancia casi obsesiva en el camino hacia el resultado deseado, ésos son grandes secretos del éxito competitivo que, indudablemente, separan lo ordinario de lo extraordinario.

Alejandro Magno, Larry Bird, Michael Jordan no son seres que nacieron superdotados y predestinados al éxito competitivo. Probablemente tú y tu empresa tampoco. Lo cierto es que la capacidad de pensar estratégicamente, de desarrollar alternativas, de trabajar arduamente, y de insistir hasta la saciedad en el logro de la meta los llevaron al tope en sus propósitos.

«Puedo aceptar el fracaso, todo el mundo falla en algo. Pero no puedo aceptar no intentarlo».

«Siempre he creído que si te esfuerzas, los resultados llegarán».

«He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. En 26 ocasiones, se me ha confiado el tiro ganador y he fallado. He fallado una y otra y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito «.

Michael Jordan

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Mi agradecimiento al P. Manuel Maza Miquel, S.J., con quien tuve la oportunidad de conocer los detalles estratégicos de la batalla de Gaugamela.

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LA PLASTICIDAD ORGANIZACIONAL: CONDICIÓN COMPETITIVA PARA LAS NUEVAS REALIDADES

Séptima Entrega de la Serie: LA ESENCIA DE LA ESTRATEGIA (para ver la entrega anterior, pulsa aquí)

En el mundo de la neurociencia, el término plasticidad o neuroplasticidad se utiliza para nominar la capacidad que posee el cerebro humano para regenerarse y recuperarse ante lesiones y traumas, construyendo nuevas sinapsis (interconexión de neuronas) o “rutas neuronales”, de forma tal que otras áreas del órgano desarrollan las capacidades compensatorias en sustitución de esas áreas lesionadas. De igual forma, se utiliza el término para referirnos a la capacidad de creación de nuevas sinapsis ante estímulos previamente desconocidos, particularidad sobre la que descansa la capacidad de aprendizaje y de adaptación al cambio y a las nuevas realidades en el entorno.

Por ejemplo, si un espacio de memoria en el cerebro sufre una lesión, el cerebro busca reconstruir ese acceso con la interconexión de un nuevo grupo de neuronas. De igual forma, cuando ves, por ejemplo, un tipo de animal que antes no habías visto, el cerebro recurre a los patrones previos y crea un nuevo sistema de sinapsis para “codificar”, clasificar y registrar ese nuevo patrón.

En términos empresariales e institucionales, las nuevas realidades exigen de una transformación profunda en las capacidades de adaptación proactiva por parte de las organizaciones, si es que éstas van a sobrevivir y mantenerse competitivas hoy y en el futuro. Se hace evidente el grado de velocidad con que la tecnología, la ubiquidad de la comunicación globalizada y las características de los nuevos públicos y grupos sociales han impregnado los ambientes competitivos, políticos y sociales de hoy.

Así las cosas, las presiones sobre las organizaciones son obvias: más allá de desarrollar destrezas adaptativas de forma reactiva, los nuevos sistemas organizacionales deben desarrollar e instaurar capacidades para pre-adaptarse, en otras palabras, para crear los modelos, procesos, estructuras y sistemas de trabajo y gestión que habrán de requerirse en el futuro, no sólo en el presente. Esperar y reaccionar ya no es una opción, para el momento en que has logrado adaptarte, tu mundo habrá cambiado y tus “nuevos” modelos o productos ya serán obsoletos.

Hace ya muchos años que IBM dejó a un lado el negocio de computadores personales y minicomputadores. Sencillamente, había sido superada por otros jugadores más eficientes en ese mercado. IBM comprendió que sus procesos, estructuras y conocimiento iban más allá y la habilitaban para otras soluciones. Entonces, replanteó su modelo de negocio, haciendo uso de todas esas competencias para entrar en los negocios de analítica de datos, superservidores, servicios en la nube, sistemas expertos e inteligencia artificial, entre otros.

Podemos ver casos como el de Uber que, ante las situaciones que se presentaron con la pandemia de COVID-19, articuló rápidamente todo un modelo de servicio de recogida y entrega (delivery) de bienes, haciendo uso de su plataforma tecnológica, su experiencia en servicio de transporte de pasajeros, y en las competencias y destrezas que había desarrollado su servicio de Uber Eats.

También, podemos analizar el caso de Apple, que ha creado no una gama sino un sistema de productos, servicios y aplicaciones para integrar, de forma sinérgica, toda una experiencia para sus usuarios que va más allá de la utilización de uno u otro equipo o servicio.

Esto son apenas unos pocos ejemplos de lo que he llamado la plasticidad organizacional. Al verlos, resulta evidente que esta capacidad se ha convertido en un requerimiento esencial para las organizaciones de hoy, sin la cual serían muy bajas sus probabilidades de competitividad y éxito.

¿Cómo, entonces, puedes encaminar tu organización hacia esa plasticidad?

Para desarrollar la plasticidad organizacional conviene, ante todo, que conozcas un poco acerca de los mecanismos que dan lugar a la plasticidad cerebral. Leer acerca del tema seguramente te ayudará a producir nóveles ideas en la dirección de aplicar los mismos principios al sistema organizacional.

Entre las ideas que, para comenzar, puedes ir considerando puedo mencionar algunas (con la seguridad de que me quedo corto y que esta lista es apena una pequeña muestra de todas las opciones que puedes generar):

En primer lugar, y como hemos mencionado en una entrega anterior, ya los estudios e investigaciones de mercado tradicionales se quedan cortos para proveer la información y el conocimiento que hoy se requiere para la formulación de estrategias y la toma de decisiones correspondiente.

Es el momento de establecer un esquema sistemático de exploración ambiental, centrado en la identificación de tendencias y patrones sociales, tecnológicos y socioculturales. Esto te ayudará a tener una idea de hacia dónde se mueven las preferencias, las opciones tecnológicas y las conductas de los consumidores y clientes, antes de que se materialicen. A su vez, este esquema te habilitará para crear las soluciones y modelos de negocios de forma anticipada, en lugar de verte en la obligación de actuar de forma reactiva.

Al mismo tiempo, fortalece la diversidad en el equipo de trabajo. Recluta y contrata personal con perfiles variados, en términos de origen, generaciones, formación y perspectivas. Esta diversidad aportará una riqueza extraordinaria, habilitando una pluralidad de puntos de vista, perspectivas e interpretación de la realidad externa e interna.

De igual forma, procura formar y desarrollar al personal para que tengan destrezas amplias, intercambiables o polivalentes, de manera que puedan tener mayor grado de movilidad dentro de la organización y, al mismo tiempo, para que incorporen un rango de competencias y conocimientos que les habiliten para considerar y proponer un amplio y variado espectro de opciones y alternativas. A la vez, esto les facultará para prever y promover el cambio organizacional de una forma más propositiva y abierta, y para conseguir procesos de toma de decisiones más ricos y robustos.

Como parte de este proceso, considera la conveniencia de establecer un esquema de entrenamiento cruzado, mediante un sistema de trabajo en el cual asignes funciones, responsabilidades y actividades en áreas y procesos que no son del ámbito y el dominio del individuo, de manera tal que se vea en la situación de tener que desarrollar nuevas destrezas, consiguiendo así enriquecer su espectro de pensamiento y competencias.

En el ámbito de productos, servicios y mercados, comienza con el propósito de que tus productos y servicios sean fáciles de comprender y cómodos y divertidos de utilizar, creando toda una experiencia que lleve a tus públicos a vivir una continua experiencia “¡wow!”. A partir de aquí, considera seriamente la opción de crear un modelo de correspondencia plurivinculado; esto es: interconecta cada producto o servicio con distintos públicos, y viceversa: conecta cada grupo consumidor o usuario con diferentes productos. Y ahora, llega más allá: interconecta de forma sinérgica varios productos y servicios entre sí, de manera tal que construyas en ecosistema de funcionalidades, soluciones, usuarios, clientes y consumidores.  

Cuando a todo lo anterior agregas capacidades de procesos y operaciones flexibles, habilitados sobre una sólida transformación digital, que puedan producir una saludable variedad de productos o servicios y la incorporación de una sana diversidad de canales de atención y entrega, definitivamente tienes en las manos un poderoso sistema altamente efectivo para conseguir un alto grado de competitividad sostenida.

Asimismo, tendrás a tu alcance la creación de modelos de negocios alternativos, lo cual fortalece aun más la red de capacidades y de opciones que estás creando. ¡Imagínalo! Cuando consigues interconectar sistémicamente las competencias múltiples del equipo humano, con las capacidades flexibles de estructuras, operaciones, procesos y canales para desarrollar y entregar diversas opciones de soluciones interconectables a diferentes públicos, ¿qué podrá detenerte?  

Como puedes fácilmente deducir, aquí tienes una fórmula para la flexibilidad y resiliencia interna y externa, que te permitirán anticiparte estratégicamente a las tendencias y los cambios, facultándote incluso para crear esos cambios en preferencias, expectativas y necesidades.

Si esto te trae un sabor parecido a lo que percibes cuando contemplas el ecosistema sobre el cual descansa el éxito de empresas como Apple, Facebook o Amazon, no es pura coincidencia.

Sólo le faltaría el ingrediente final a nuestra receta, el blindaje perfecto y robusto para sostener el éxito de forma flexible, dinámica y elegante: incorporar todos los elementos anteriores en una sólida, clara y fuerte cultura organizacional. Concibe y construye la cultura organizacional que le dé vida y a todos estos componentes, y que los vincule tan íntimamente entre sí, que sea percibido y experimentado como un todo indivisible, como una unidad monolítica donde se integran y se refuerzan todos estos principios, creando un círculo virtuoso imposible de romper.

Esta plasticidad organizacional de la que hablamos no es difícil de conseguir, siempre que la construyas con determinación, con una visión clara, y la conviertas en un pilar de la cultura, con vehemencia, sin pausa, y con el entusiasmo de crear algo único, especial, inigualable.


Agradezco profundamente a mi amigo el Ing. Simón De Castro, quien tuvo a bien revisar este artículo, haciendo valiosos aportes.

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PERCEPCIÓN DE ESCASEZ Y EXCLUSIVIDAD PARA LA VENTAJA COMPETITIVA

Tercera Entrega de la Serie: LA ESENCIA DE LA ESTRATEGIA

En nuestra entrega anterior conversamos acerca de la Resiliencia Sistémica Como Ventaja Competitiva, y veíamos la importancia que reviste que una empresa u organización de cualquier tipo conozca y consiga cómo articular una red de pilares que, interconectados sistémicamente, le permitan tener éxito aun en las situaciones competitivas más adversas.

En ese orden, y desde la perspectiva de los criterios que allí planteamos, conversábamos sobre las características de éxito en términos de flexibilidad y respuesta de la Major League Baseball (MLB) comparada con la National Football League (NFL), tomando como base las circunstancias confrontadas por ambas ligas a raíz de la pandemia del COVID-19 y sus secuelas, y llevándolas al contexto de los negocios y organizaciones.

Recordemos lo que decíamos en la mencionada entrega: una temporada regular de la MLB consta de 162 partidos por cada equipo, que transcurren en unos 6 meses. La NFL, por su parte, cuenta con una temporada regular de 16 partidos por equipo, a lo largo de unos 4 meses. Pero, mientras los equipos de la NFL generaron en el 2019 un ingreso bruto consolidado de unos US$15,000 millones (con unos US$3,488 millones de beneficio operativo), los equipos de la MLB generaron unos US$10,000 millones (con un beneficio operativo de unos US$1,500 millones). 

¿Cuáles son, entonces, algunos de los elementos que le han dado robustez estratégica a la NFL, hasta el punto de llevarla a esos niveles de éxito sostenido, y qué podemos aprender para nuestros negocios y organizaciones?

En primer lugar, resulta evidente que la NFL ha sabido crear una extraordinaria percepción de exclusividad. Con tan sólo 16 partidos por equipo por temporada, a un ritmo de un solo partido por semana por cada equipo, cada enfrentamiento se convierte en un evento especial en sí mismo. Comparado con unos 6 partidos por equipo por semana en la MLB, la diferencia salta a la vista. 

El aprendizaje a nivel de empresas y organizaciones es claro: crea una marca, crea un producto, un servicio y un esquema de comunicación que transmita ese sentido de algo especial, exclusivo, único. 

Pero, esto no es todo, los equipos de la NFL han creado toda una cultura alrededor del fútbol americano, y esta cultura ha construido una sólida comunidad.

Para comenzar, debemos focalizarnos en el final de la temporada, el evento de mayor rating en la televisión norteamericana: el Super Bowl, la copa final de este interesante deporte. Para muestra, un botón. En el año 2019, el Super Bowl registró sobre los 98 millones de telespectadores. Esto es más de 30 millones de espectadores por encima del evento que quedó en segundo lugar en los ratings: el juego de campeonato entre el equipo de los New England Patriots y los Kansas City Chiefs. A propósito, el tercer lugar lo ocupó el juego de playoffs entre los Rams y los Dallas Cowboys, todos ellos eventos NFL.

El Super Bowl es el espectáculo que esperan los fanáticos – y no fanáticos – con mayor interés y con mayor sentido “místico” en el deporte norteamericano. Un juego, un solo juego, no una serie, un solo juego definirá el campeón. Un solo juego entre dos grandes contrincantes que llegaron a ese momento especial por haber ganado, respectivamente, un solo juego – de nuevo, no una serie, un solo juego – de campeonato en sus respectivas divisiones. Desde el primer día de la temporada, la visión de los equipos y, sobre todo, de la gran fanaticada de la NFL, está puesta en ese cierre único y especial.

Ese gran evento está revestido de toques mágicos, especiales, entre los cuales destacan primordialmente dos grandes acontecimientos. El primero de ellos, el espectáculo de la pausa de medio tiempo, siempre con alguna(s) de las figuras más populares de la música a nivel mundial, es la gran expectativa más que desde el principio de la temporada, ¡desde el final de la temporada anterior! El espectáculo es tan extraordinario, tan impactante, que se convierte en una obra de diseño, en un hito que, año tras año invita tanto a fanáticos del fútbol americano como a simples telespectadores de todo el mundo a sentarse frente a su pantalla a esperar tan magno evento. Evento que ha sido revestido de misterio y expectativa hasta tan solo unos días antes de la tan esperada ocasión.

Otro factor que se ha convertido en tradición durante el Super Bowl, es el lanzamiento de comerciales altamente impactantes y creativos por parte de los anunciantes, tradición alrededor de la cual también se ha creado una cultura, una mística, una expectativa, hasta el punto de que ya es costumbre tener ratings de popularidad y de impacto de los comerciales estrenados en el Super Bowl.

Asimismo, y como parte de tu estrategia, tu producto, tu servicio y tu marca deben contar una historia, una historia que vincule a sus públicos, que los mantenga con esa sensación de expectativa y que los atrape mediante un guion mágico, haciéndolos fanáticos de la historia y, por ende, de tu producto, servicio o marca. 

Agreguemos ahora el factor adrenalina y una alta dosis de emoción y pasión, en un deporte donde cada segundo está sucediendo algo, donde cada instante y cada movida cuentan y pueden tornar el juego de forma impredecible; todo un tinglado de esquemas de jugadas, puntuación y movimientos altamente dinámicos y extraordinariamente bien pensados. Además, con tan sólo 16 partidos, cada enfrentamiento cuenta. Perder un juego es perder poco más del 6% de la temporada; digamos que eso equivale a perder 10 juegos al hilo en la temporada de baseball.

En tu empresa, en tu organización y, como parte de esa historia que antes mencionamos, resulta esencial crear esa dinámica de momentos sorpresa, fascinar a sus públicos con un guion de acciones estratégicas altamente vinculantes, mediante las cuales se respire esa vivacidad, ese aire especial e inolvidable, esa mística… ese algo que el público no puede explicar, porque sencillamente se traduce en una emoción, en fidelidad, en pura experiencia.

Llegando a este punto, resulta fácilmente identificable el asombroso tejido cuidadosamente hilado con elementos que, sistémicamente, se entrelazan para construir todo un mecanismo, un sistema, un modelo de negocio que consigue vincular a un público que, por 4 meses, se mantiene a la expectativa del siguiente movimiento, del siguiente partido; un público que, como ya hemos dicho, tiene desde el primer día de la temporada sus ojos puestos en el magno evento, la gran final, el Super Bowl.

Un mercado impresionantemente vasto, fiel, y altamente identificado… definitivamente, un mercado de fanáticos de la marca, que esperan religiosamente ese partido semanal en el que su equipo se medirá a un nuevo contrincante. Y todo ese mercado impulsa la avidez por consumir ese producto, incrementando los ratings en los medios con el consecuente aumento del valor de cada minuto de transmisión y, por lo tanto, incrementando el precio que la NFL puede cargar por los derechos de transmisión.

Y esto, más que un elemento deseable, es un aspecto fundamental para los negocios y las organizaciones de hoy: vincular, atrapar, crear fanáticos de la marca, del producto, del servicio… 

Finalmente, resulta fundamental comprender que todos los elementos anteriores deben integrarse entre sí, entrelazándolos indivisiblemente y de forma mutuamente reforzante, para que tu empresa u organización consolide un modelo integral, un algo inexplicable que no es la suma de sus partes sino mucho, mucho más.


Agradezco profundamente a mi amigo el Ing. Simón De Castro, quien tuvo a bien revisar este artículo, haciendo valiosos aportes.

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RESILIENCIA SISTÉMICA COMO VENTAJA COMPETITIVA

Segunda Entrega de la Serie: LA ESENCIA DE LA ESTRATEGIA (para ver la entrega anterior, pincha aquí)

(Puedes escuchar mi entrevista con relación a este tema en Camino Al Sol pinchando aquí)

La pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba las capacidades, opciones y sostenibilidad de una gran cantidad de organizaciones en casi todos los sectores de la vida económica. Sin duda alguna, uno de los sectores más afectados ha sido la industria del entretenimiento. Como parte de esta industria, el deporte ha confrontado duras pruebas durante prácticamente todo el año 2020.

Pero, ¿cuál es la razón de que algunos deportes hayan tenido más éxito que otros? ¿Por qué algunos han avanzado, mientras que otros han visto amenazadas la continuidad de sus temporadas? ¿Qué podemos aprender de esta experiencia para el mundo de los negocios y las organizaciones?

Definitivamente, algunas ligas han demostrado mayor resiliencia que otras. Desde principios de septiembre, la NFL (National Football League) se ha visto continuamente amenazada con la suspensión de su temporada regular, y en este mes de octubre se ha visto obligada a posponer varios partidos, debido al continuo incremento de casos positivos entre los jugadores de diversos equipos.

La MLB (Major League Baseball), por su parte, también ha recibido su cuota de contagios, pero, contrario a la NFL, no se ha considerado la suspensión de la temporada, salvo durante las primeras semanas de ésta, y de manera efímera y especulativa cuando el equipo de los Marlins de Miami fue impactado con el contagio de varios de sus jugadores de plantilla.

Observando el desenvolvimiento de ambas temporadas, y los distintos niveles de riesgo a los que cada una se enfrenta, ¿podemos aprender algo para las empresas y organizaciones de todo tipo? Es mi opinión que uno de los elementos claves para poder confrontar las fuertes amenazas en un entorno de incertidumbre y alta volatilidad es, sin duda alguna, la resiliencia sistémica: la capacidad de instalar competencias, destrezas y prácticas que, interconectadas de forma integrada, le permiten a una organización no solamente resistir los embates de una dinámica competitiva intensa y cambiante, sino tener éxito en medio de tal hostilidad.

La MLB ha podido articular tal sistema de opciones y competencias, debido a factores tales como los que comentamos a continuación:

Ante todo, la naturaleza del juego de baseball permite una gran flexibilidad de asignación de jugadores a las distintas posiciones. Para comenzar y aunque hay especialización de posiciones, por lo regular los equipos de la MLB tienen en su roster – que regularmente es de 26 jugadores hábiles para entrar al partido en cualquier momento – jugadores que pueden ocupar distintas posiciones. Un jardinero (outfielder) puede jugar cualquiera de las 3 posiciones de los jardines. Entre los infielders (jugadores del cuadro interior), también es común tener jugadores que puedan alternarse a distintas posiciones. El aprendizaje es evidente: construir procesos que puedan realizar distintas funciones, así como dotar de competencias de espectro amplio al equipo humano, son medidas que permiten a una organización responder con mayor flexibilidad y agilidad a las situaciones competitivas dinámicamente cambiantes.

En esta misma línea, recordemos que – salvo los lanzadores en la Liga Americana – en el baseball el mismo equipo, la misma alineación, juega tanto a la defensiva como a la ofensiva.

En cambio, en la NFL abunda la especialización. El roster de un equipo de NFL es de 53 jugadores – casi el doble que el de un equipo de baseball – de los cuales 46 están habilitados para entrar a juego en cualquier momento. Estas posiciones están altamente especializadas. El quarterback solamente puede jugar esa posición; lo mismo sucede con los receptores (los cuales están, a su vez, sub-especializados). Vayamos más lejos: el grupo que constituye la ofensiva del equipo es completamente distinto al que juega el rol defensivo cuando el equipo contrario está a la ofensiva. El jugador que patea para conseguir un gol de campo solamente entra al juego para dar esa patada (quizás 4 o 5 veces en unas 3 horas de juego). Y el que patea de despeje, sí, ya lo adivinaste, ¡es otro jugador, especializado solamente en ese tipo de pateo, que entra apenas unas 5 o 6 veces en el juego!

Esta estructura funcional tiene sus implicaciones en términos de costos de operación y de coordinación: mientras que en el baseball la nómina media por equipo (sin contar coaches) es de alrededor de US$150 millones, en la NFL es de unos US$220 millones. Mientras un equipo de baseball juega 162 juegos en una temporada regular de la MLB, un equipo de la NFL juega apenas 16 (sí, apenas la décima parte). De igual forma, el costo de la especialización influye en otros factores, por ejemplo: un equipo de la NFL tiene entre 15 y 23 posiciones de coordinación (desde el coach principal hasta los coaches de grupos), mientras que uno de baseball tiene apenas unos 10 u 11. Las capacidades flexibles en el equipo permiten disfrutar de un staff de coordinación más pequeño, menos complejo, más compacto.

La lección para tu organización es simple: ante todo, desarrollar un esquema de procesos, funciones y estructuras modulares, intercambiables, habilitando tanto a esos sistemas como al personal que los hace funcionales, de capacidades intercambiables, flexibles, ágiles y “ligeras”. 

En nuestra entrega anterior conversábamos acerca de la importancia de tener modelos de negocios alternativos. Este habilitamiento es el que hace que esos modelos alternativos sean posibles.

Otro factor de suma importancia le añade valor a la resiliencia estratégica de la MLB: el sistema de ligas menores. Mientras que en la NFL los jugadores son reclutados generalmente de las universidades directamente hacia la gran liga (la NFL), en el baseball los jugadores van escalando a través de un sistema de ligas menores (A, AA, y AAA). En otras palabras, cada equipo de la MLB tiene “sucursales” en una liga menor, que corre en paralelo con la gran liga, donde sus jugadores van desarrollándose paulatinamente hasta llegar a la MLB. 

Este elemento le agrega un diferenciador especial a la MLB. 

Veamos el escenario: en la NFL tienes un alto nivel de especialización. El “mariscal de campo” (el quarterbackQB) es tu figura central. Tienes un suplente en la banca… y eso es todo. ¿Qué sucede si tu QB sufre una lesión importante o es contagiado con el COVID-19? Bueno, simple, entra tu suplente como titular. Pero, ¿quién sustituye al suplente en la banca? ¡Debes salir a contratarlo!

En la MLB, existe un alto grado de movilidad potencial entre las sucursales de las ligas menores y la MLB. En un caso similar, si uno de tus jugadores sufre una lesión importante, le das de baja temporal colocándolo en la lista de lesionados, ¡y puedes traer a un jugador de tu sucursal de AAA! ¡No tienes que salir a contratar a nadie en medio de la temporada! 

De igual manera, en tu organización conviene mantener un proceso continuo de creación de ideas, desarrollo de talentos, movilidad, investigación y desarrollo de productos, servicios y soluciones… en fin, un sistema subyacente de relevo, no sólo del personal, sino de las ideas, de las marcas, de las tecnologías, de las opciones. ¡Habrás creado un sistema de desarrollo progresivo que alimenta continuamente a la organización con mejores ideas, nuevas soluciones… una corriente continua de opciones!

Definitivamente, como organización debes crear una red de alternativas que te fortalezcan y te den la flexibilidad que requieres para actuar, con anticipación y agilidad, de forma rápida, precisa, contundente.

Ahora bien, ¿existe un único factor clave para la resiliencia?

Definitivamente no. Por ello insistimos en que la verdadera resiliencia estratégica es sistémica… es el fruto de la articulación de un conjunto de elementos, interactuado dinámicamente entre ellos, para conformar una red de recursos, opciones y posibilidades que te permitan responder y, más que responder, impactar proactivamente en el ambiente competitivo continuamente cambiante.

Evidentemente, esa combinación de procesos flexibles, de competencias transferibles, de capacidades de amplio espectro, de estructuras más ligeras, de procesos de propósito múltiple, de tecnología adecuada y de desarrollo progresivo de opciones te permitirá actuar sin tener que reaccionar; te permitirá crear las condiciones para moldear el ambiente competitivo a tu favor (lo cual trataremos en nuestra próxima entrega).

Podemos apreciar fácilmente el poder y la fortaleza de la resiliencia sistémica en este símil con la MLB… pero ¿entonces? ¿por qué nuestros amigos de la NFL generaron en el 2019 un ingreso bruto consolidado de unos US$15,000 millones (con unos US$3,488 millones de beneficio operativo), mientras que los equipos de la MLB generaron unos US$10,000 (con un beneficio operativo de unos US$1,500 millones)? En una próxima entrega en esta serie trataremos este interesantísimo tema.


NOTAS:

Agradezco profundamente a mi primo el Ing. José Rafael Baduí Yunén, quien me ha colaborado revisando esta entrega así como la anterior

Algunos de los datos y cifras provistos aquí pueden ser consultados en https://www.statista.com/topics/968/major-league-baseball/ y en https://www.statista.com/topics/963/national-football-league/

Para ver el siguiente artículo en la serie, pincha aquí

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Carlos J. Yunen

Estratega de Negocios, Ingeniero Organizacional y Conferencista de Alto Impacto

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Estratega de Negocios, Ingeniero Organizacional y Conferencista de Alto Impacto

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